
Primera tortuga bebé que emergió entre la arena del nido nro. 319 en la playa de Same, Esmeraldas, que fue protegido por la Fundación Reto Same. Foto: Franklin Vega
“Sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”, es una máxima popular que no aplica en el caso de Pastor Rodríguez y su hermana Soledad. La cambiaría por sembrar un bosque, tener una familia y cuidar a las tortugas marinas al nacer, que es lo que esta familia hace y de lo que trata este artículo.
El sábado 26 de junio en la playa de Same, 95 tortugas marinas, de la especie golfinas, están por nacer y empezar un viaje largo. Mido la distancia entre el nido y donde rompen las olas. Son 67 pasos míos y para ellas, las tortugas 680 pasos o aleteos, los que les conducirán desde el nido hasta el mar.

La tortuga camino al mar. Pastor Rodriguez le guía con su linterna hacia el mar para que no camine hacia las luces de los hoteles y el alumbrado público. Foto: Franklin Vega
Este nido fue reubicado por la Fundación Reto Same hasta el borde de la playa a 100 metros de la calle principal. Está protegido por una cerramiento de malla plástica de un metro por lado y 1,5 de alto para evitar que los perros, aves marinas y turistas los saquen, se los coman o simplemente los destruyan. Ase día empezó la última etapa del nido 319, que inició hace dos meses con la llegada de la madre tortuga a depositar los huevos en la playa.
Las sobrevivientes regresarán en 17 años a poner los huevos en el mismo lugar; sin embargo, deberá superar un primer obstáculo, llegar al mar pese a la desorientación que les producen el alumbrado público y las luces de las cabañas al filo del mar.

El primer signo de que la eclosión fue inminente: un mini derrumbe de la arena en la parte superior del nido. Entre la arena suelta, algunas cabezas de tortugas se asomaban desde el mediodía. Para las tres de la tarde una tortuga ya estaba completamente descubierta de la arena.
Los hermanos Pastor y Soledad Rodríguez, integrantes de la fundación Reto Same, que con seis personas más, vigilan los nidos y a las tortugas madre constantemente. Esa tarde cubrieron el nido con una sombrilla para evitar que el sol les deshidrate y ya por la noche, el viaje de las tortugas empezó una a una.
Todas siguen un ritual parsimonioso. Lo primero que hacen es limpiar sus ojos con sus aletas delanteras, luego se ejercitan dando vueltas en círculos en el nido, cuando ya han caminado un rato, empiezan a trepar por las paredes del nido. “Parece que escuchan el mar y se activan de inmediato”, señala Pastor.

Mientras tanto su hermana, Soledad, abre un poco más el nido para que las tortugas, que alcanzan en la palma de una mano, puedan subir hasta el nivel de la arena. La primera tortuga en salir da vueltas. Pastor toma una linterna de mano y proyecta el haz de luz frente a la tortuga con dirección al mar.
Aleteo, tras aleteo la tortugas avanza. Mientras más fuerte se escucha el romper de las olas, más se acelera el paso. Esa noche, las olas rompían a 62 pasos del nido, para ellas significaba 680 aleteos en línea recta, pero las primeras daban algunas vueltas hasta orientarse.
Mientras la tortuga avanza, Pastor cuida que los perros y una garza no se acerque para merendar tortuga bebé. “Los perros son un problema serio, nos hemos acercado en varias ocasiones al Municipio de Atacames, pero hasta ahora no tenemos respuestas”.
La preocupación de Pastor radica en la cantidad cada vez mayor de fogatas y vehículos en la playa. Si no identificamos el nido pronto, llegan los perros o los vecinos, escarban en la arena y se llevan los huevos.
En esta labor de vigilancia, tiene como aliados a los dos guardias privados recorren la playa todas las noches para proteger a los turistas y así evitar robos. Mientras recorren al fino del mar con una moto, también avisan si alguna tortuga sale del mar a poner sus huevos o cualquier novedad.

Nidos de tortuga protegidos por la Fundación Reto Same, en la playa del mismo nombre en Esmeraldas. Fotografía: Franklin Vega
“Cuando la tortuga mamá sube -del mar- deja una huella increíble, parece un tractor agrícola que ha pasado por allí, entonces vemos dónde está la arena removida y ubicamos el nido exactamente. Ahí protegemos con malla metálica para que los perros no excaven y se las comen. Luego ponemos una cinta de seguridad y una pizarra con la fecha de anidación, posible fecha de eclosión, número de nido y variedad de la tortuga”, puntualiza Pastor.
Si el lugar es muy alejado o está expuesto, como un lugar de paso de personas, lo reubican a un costado de la calle de acceso a la Playa. Este proceso lo han desarrollado desde hace algunos años, pero desde el 2020 están más organizados y llevan registros de cada nido con detalles y fotografías.
Mientras Pastor guía a la primera tortuga, su hermana Soledad se encarga de cuidar a las que están saliendo de sus cascarones. Con la delicadeza de una partera experimentada, delicadamente retira la arena del borde exterior del nido. Evita el contacto con los bebés tortuga – de los cuales es muy difícil saber el sexo- y se alegra con cada animal que empieza con la limpieza de sus ojos, su rostro se ilumina y sus ojos se abren de asombro. Todo esto cuidando que la luz de la linterna no llegue de forma directa a los neonatos.
La tortuga cubre en 12 minutos el trayecto entre el nido y el punto donde la espuma marca el inicio del mar. A la primera ola, la pequeña tortuga empieza a nadar y debe vencer la resaca. Lo intenta dos veces y logra perderse en la oscuridad. Desde este punto, sus instintos y habilidad serán indispensables para que lleguen a la edad adulta. Ya no tienen protección, solo viven libres.
Desde pequeńos cuidamos a las tortugas. Ha sido como una vocación, desde que llegamos de Manabí a esta parte de Esmeraldas con toda mi familia. Soledad Rodríguez, ambientalista
“Desde que llegamos de Manabí con mis padres y mis 11 hermanos, cuidamos a las tortugas. Desde hace dos años, el trabajo es más formal, estructurado. He realizado varias capacitaciones con el Ministerio del Ambiente y otras ONG como Wild Aid y Conservación Internacional nos aportan con algunas cosas, pero no es algo institucional”, comenta Soledad.
Pastor contabiliza 319 nidos rescatados hasta la fecha. “Si multiplicamos eso por el número mínimo de tortugas vivas por nido que son 90, son cerca de 25.500 tortugas salvadas hasta junio”.
Junto al entusiasmo por las tortugas salvadas los hermanos Rodríguez en una sola voz señalan: “hay que poner señalética, hay que controlar más; nosotros peleamos mucho para que no contaminen la playa. Nos ha tocado ver a gente que viene a quemar colchones viejos en la playa: queman plásticos, creen que es un basurero. Eso nos causa conflicto porque tratan de agredirnos”.
Este trabajo es 100% voluntario y junta los esfuerzos de la comunidad por brindar seguridad a los turistas. Pastor tiene una pizzería en Same y parte de los recursos para las tortugas los obtiene de allí. Soledad trabaja en Casa Blanca, cocina para quienes se alojan en ese conjunto privado y que en ocasiones aportan al cuidado de las tortugas.

La caminata de las tortugas a su nueva vida en el mar se prolongó tres días. Para las 03:30 del domingo 27 salieron 18 tortugas y para el lunes 28 de junio fueron 75 bebés. En total eclosionaron 95 huevos, hubo 4 infértiles y 3 tortugas murieron aplastadas.
Tanto como Pastor como Soledad lucen con orgullo las ojeras por las noches sin dormir. Protegen los nidos por iniciativa propia. No han recibido apoyo del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica ni del Municipio de Atacames. No conocen las frases "no puedo", "no hay recursos" o "me falta personal". Es reconfortante ver que se puede lograr mucho con la decisión y entereza de una familia.
Justo donde las olas rompen, la vida marina de las tortugas empieza. De las 95 que llegaron al océano, unas cuantas volverán a poner sus huevos justo donde la Fundación Reto Same protegió los huevos. Las tortugas vuelven al mar de la mano de dos hermanos manabitas, radicados en Esmeraldas.
Hemos cuidado 25.500 tortugas marinas desde que la madre pone los huevos, hasta que llegan al mar. Pastor Rodríguez, activista ambiental
Muchos planes, poca acción en territorio

Recordé que debía publicar la nota de los hermanos Rodríguez, a propósito del trino del Ministerio del Ambiente mediante el cual presentó su Protocolo de protección de tortugas marinas por temporada de anidación, el 4 de agosto del 2021. Pero solo hace referencia a Manabí ni a Esmeraldas y peor a La Playita de Salango, en el Parque Nacional Machalilla, que es el lugar más importante de anidación de tortugas carey de América.
A pesar que el Sr Ministro del Ambiente, Agua y Transición Ecológica ofreció un informe detallado de cómo se pretendió lotizar el predio con La Playita, a dos meses aún no lo hace público (Una nota en Bitácora Ambiental está próxima a salir).
También observé que ya existe la Resolución Nro. MAAE-SPN-2021-001, del 22 de enero del 2021, firmada por Nadya Karina Rodríguez Alba, entonces Subsecretarioa de Patrimonio Natural del MAAE mediante la cual aprueba y oficializa el Plan de Acción para la Conservación de Tortugas Marinas en Ecuador 2021 - 2030
Ante esta evidencia, me pregunto por qué a los hermanos Rodríguez luchan solos, si desde el Gobierno existen las herramientas para articular un plan global?
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