La Cedrelinga catenaeformis llamado también seike, chuncho o tornillo según el lugar donde se pregunte, desaparece de los bosques de la Amazonia del Ecuador. Hay iniciativas particulares y Gubernamentales para “domesticarlo”; madereros e investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP) mantienen plantaciones y árboles semilleros.
Esta historia fue publicada con el apoyo de Earth Journalism Network
Gabriel Mendoza R., ex maderero de la Provincia de Orellana, señala que la madera de chuncho puede pasar más de 20 años a la intemperie sin agrietarse o pandearse (doblarse). “Si los palos de chuncho se secan bien y se tratan con una buena laca (barniz), permanece inalterado por décadas. Tengo puertas y ventanas de chuncho a las que les cae la lluvia y sol, pero van más de 20 años sin deformarse; igual pasa con los muebles, son eternos”.
El testimonio de Mendoza muestra el porque esta madera es tan cotizada como depredada, solo hay que hacer un recorrido por aserraderos y almacenes de muebles de Quito, Ibarra (al norte del Ecuador) o Huambaló (un pequeño pueblo de Tungurahua en la Sierra Centro de Ecuador) para constatar que se ofrecen muebles de seike mayoritariamente. Una mesa pequeña y 4 sillas supera los mil dólares.
Este apetito por el seike lo ha hecho casi desaparecer de los bosques de la Amazonia. El chuncho es víctima de la tala selectiva, esto significa que los madereros ingresan al bosque y cortan solo esa especie. Entre los ingenieros forestales y comerciantes de madera consultados, hay un comentario que se repite con frecuencia: “ya no hay chuncho. Los profesionales forestales confirman que cada vez hay menos chuncho en la Amazonia.
Cedrelinga catenaeformis que es el nombre científico del seike, chuncho o tornillo, un frondoso árbol presente en la Amazonia de Colombia, Ecuador y Perú.
A la industria maderera del Ecuador, también le pasa la factura la escasez del seike. En EDIMCA una empresa dedicada a la producción y comercialización de productos forestales, el seike solo se vende en forma de tableros hechos con listones prensados (pequeñas vigas pegadas juntas). El dependiente de una tienda, en Quito, indicó que ya no se producen tableros aglomerados, recubiertos de láminas de chuncho o seike. Ya no se encuentran árboles lo suficientemente gruesos para hacer madera de desenrollo, por eso “todo el chuncho que tenemos proviene de nuestras plantaciones ubicadas en Quinindé (en la zona costera del Ecuador)”.
Mesón fabricado con listones de madera de seike. Foto: Franklin Vega
Uno de los regentes forestales que pidió la reserva de su nombre explicó que: “Solo se encuentra seike en las comunidades de bien adentro (alejadas de los ríos y carreteras principales) y con suerte algunos árboles en las orillas de los caminos y bordes de las fincas”.
Pero los árboles de seike encontrados en los límites de fincas y caminos, apenas son un reflejo de los encontrados de forma natural de los bosques. Los chunchos silvestres superan los 25 metros de alto con diámetros de hasta 4 metros; mientras que los de plantaciones o en los filos de los caminos “apenas” miden 18 metros de alto y 1,20 metros de diámetro en promedio.
La alternativa para utilizar sieke silvestre es el que proviene de las plantaciones forestales. Estos cultivos de árboles maderables se realizan desde hace más de 20 años en la Amazonía norte del Ecuador, en las provincias de Sucumbios (frontera con Colombia) y Orellana. Desde hace una década profesionales del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP) realizan estudios para lograr una variedad de seike que pueda ser utilizada por los agricultores; sin embargo, los campesinos y pequeños madereros empezaron en el 2000 a plantar esta especie y ahora ya “cosechan” es decir manejan sus plantaciones. (foto de carga de madera).
Tablones de seike apilados en el borde del camino. Foto: Franklin Vega
“Ya no hay cedro (Cedrela odorata, una madera fina muy apetecida), los madereros colombianos se llevaron todo. Ahora solo tenemos chuncho y eso porque sembré estos árboles hace 22 años”, explica René Avilés, comerciante de madera y propietario de tres fincas en el sector de Cascales, en la provincia de Sucumbíos, al norte del Ecuador y a 20 kilómetros de la frontera de Ecuador con Colombia.
Avilés muestra orgulloso sus chunchos sembrados por su familia: “Cuando llegué hace 25 años, todo esto era una gran mancha de chuncho (área de bosque donde el chuncho era abundante). Cortamos la mayoría, pero dejamos algunos, los mejores: más altos, de troncos rectos y de más de dos metros de diámetro para utilizar sus semillas. Estos árboles que ve son los hijos de esos semilleros”.
Caminar por una de las fincas con chunchos de Avilés recuerda a los recorridos por bosques conservados: unas pocas plantas bajas y muchas hojas secas en el piso. Esto se debe a que los chunchos cubren el dosel con sus ramas y apenas si se filtran rayos de sol hasta el piso. Se reconoce que es una la plantación cuando se fija la vista en cómo los troncos están alineados, sembrados en cuadrantes de tres metros de lado. “Así, bien juntos crecen rápido y compiten por la luz y se desarrollan más alto. Cuando alcanzan los 15 metros les podamos y les quitamos las ramas o cortamos los árboles torcidos, de esta manera tendremos buena madera en 20 años, que es la edad recomendada para aprovechar la madera de chuncho”.
Pero este conocimiento le ha llevado años desarrollar utilizando la prueba y el error. “Al inicio plantamos las semillas de chuncho en cuadrantes de 8 metros de lado, pero se llenaban de ramas bajas y la madera no era buena”. Un proceso similar, de prueba y error, utilizó para el sustrato de las fundas plásticas donde se siembran las semillas que recolecta de sus chunchos “reproductores”; esta es la base donde germinan los jóvenes chunchos está compuesta por tierra amarilla, abono y unas pocas rocas.
Avilés, quien también comentó que fue proveedor de una de las empresas del grupo maderero Peña Durini (conocidos madereros del Ecuador), recuerda que se encargaba de comprar chucho en toda la Amazonia y venderle para hacer contrachapados a ese grupo empresarial. “De una viga de chuncho sacaban una lámina del espesor de una hoja de papel para pegarla en uno de los lados de tablas hechas con aglomerados de cualquier madera. La fábrica cerró y dejé de venderles. Fueron buenos tiempos y gané buen dinero, pero se dañó el mercado y el chuncho fue cada vez más escaso”.
Todo este conocimiento empírico lo comparte con Leider Tinoco, investigador del INIAP, quien desarrolla un proyecto de investigación para establecer una variedad de chuncho resistente que se pueda plantar como eucalipto o teca. Para conocer los avances de este instituto público es suficiente buscar los artículos científicos que han publicado a pesar de los recortes de presupuesto y las limitaciones, logran avances.
Plantación de investigación de seike en la Estación Experimental Central de la Amazonía del INIAP. Foto: Franklin Vega
- ¿Eso no es una domesticación del chuncho?
Sí, estamos buscando las mejores plantas para que se puedan sembrar los agricultores. Recalca Tinoco quien explica que estudian parcelas con chuncho en el INIAP desde hace 8 años con 20 procedencias distintas de varias provincias; es decir con semillas de chuncho de varias fincas y de otras provincias del Ecuador. Faltan algunos años para que una variedad de chuncho se comercialice como el cacao; mediante clones y sea una alternativa para los finqueros que buscan árboles comerciales para plantarles en sus fincas.
Las incógnitas que deben aún revelarse van desde el tipo de suelos en los cuales crecen mejor los chunchos, el mejor sustrato para que las semillas se desarrollen, las diferentes variedades de chunchos. Avilés recalca que los chunchos de Sucumbíos son mejores que los de Pastaza o los del sur de la Amazonia.
“La madera es más densa, el veteado es diferente y dura mucho más. Cuando vendo chuncho de Sucumbíos, cobro un dólar más por cada tablón, la gente que sabe, conoce la diferencia y paga más por esta madera. El chuncho del norte del Ecuador produce una madera más fina si se la compara con el de Pastaza por ejemplo”.
Otro de los temas que aún faltan por determinarse es el manejo óptimo de las semillas. “Estamos trabajando en el INIAP para determinar cuál es la mejor forma de conservarles. Si se guardan en refrigeración, a qué temperatura y por cuánto tiempo. Sabemos que el porcentaje de germinación de las semillas frescas es alto y se las puede guardar hasta por 30 días sin que pierdan su poder en germinación”, puntualiza Tinoco.
Con este objetivo, Tinoco recorre fincas y recopila información de los agricultores que tienen chuncho sembrado o venden semillas de sus árboles.
René Avilés comerciante de madera de Sucumbíos y reforestador de chuncho (izquierda) y Leider Tinoco, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP). Foto: Franklin Vega
Los semilleros de chuncho
Uno de los proveedores de plántulas de chuncho de la provincia de Sucumbíos (en la Amazonia norte del Ecuador) es Hugo Bastidas; su finca está cerca de la parroquia Sevilla. Bastidas es agricultor, ganadero y comerciante de malanga (un tubérculo que se utiliza en la elaboración de papas fritas en las cadenas de comida rápida).
Además del ganado de carne que mantiene en sus terrenos están varios árboles de chuncho de troncos con diámetros superiores a los dos metros y una altura de 25 metros. Estos son sus semilleros. “De estos árboles recolecto las semillas y las vendía por miles. Lamentablemente ahora me exigen factura electrónica, son demasiados permisos y requisitos. Por esto ya no vendo las semillas”.
Bastidas recuerda que hasta su finca han llegado varios investigadores a medir y estudiar sus chunchos y analizar sus plantaciones. “No me gusta sembrarles juntos, prefiero dejarles que crezcan a su ritmo porque sale mejor la madera”, afirma mientras muestra uno de sus dos lotes con chunchos de 12 años, todos descendientes de los árboles que decidió no cortar cuando llegó como colono hace 22 años a esta porción de la Amazonia.
Bastidas afirma que tampoco hace el raleo -cortar las ramas y podar los árboles para fomentar que crezcan a lo alto y no a lo ancho- en sus plantaciones. “Eso es perder plata, es botar madera y ahora los comerciantes compran todo hasta las ramas gruesas”.
Leider Tinoco, investigador del INIAP, explica que: si se gana en altura y diámetro (árboles más gruesos y anchos), las ramas que se pierden se recuperan en forma de madera de mejor precio al tener troncos más altos y con mayor diámetro. “La forma de manejar el chuncho es otro de los aspectos que analizamos, para poder recomendar las mejores prácticas de cultivo de esta especie. Por el momento sabemos que lo mejor es plantarlos en cuadrantes de tres metros de largo, hacer raleos una vez que alcanzan 12 metros”.
¿Dónde plantar chuchos? Para Tinoco, la respuesta es compleja y tiene algunas variables que están en análisis. “Lo que aún no sabemos cuál es el tipo de suelo que favorece más la densidad de la madera pero hemos notado que la densidad de la madera es mejor en suelos amarillos rojizos (con alto contenido de arcillas) que en los negros (con una capa de nutrientes más profunda); sin embargo, estas observaciones tienen que pasar por el proceso científico para confirmarse con análisis y estudios. En los dos tipos de suelo el chuncho crece muy bien".
Tinoco confirma que aún falta tiempo y análisis para tener “las certezas suficientes para desarrollar una planta que sea útil a los campesinos y que ayude, en alguna medida a disminuir la tala de chuncho que se produce en los bosques de la Amazonia”.
Esta tala selectiva, legal e ilegal, es evidente al analizar las cifras oficiales del aprovechamiento de chuncho en el Ecuador que manejan, tanto el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) y el Ministerio de Agricultura. El MAATE está a cargo del aprovechamiento silvestre y el MAG de las plantaciones.
Tronco de seike marcado como parte del estudio forestal previo a la elaboración del Plan de corta. Foto: Franklin Vega
El control forestal con fallas
El control forestal del MAATE tiene algunas fallas en el territorio. Para la elaboración de este reportaje se hicieron varias visitas a las provincias amazónicas de Pastaza, Napo, Orellana y Sucumbíos. En el puesto de control de Baeza (en Napo a tres horas de Quito) solo se controlan los camiones que pasan ese punto y que por lo general tienen guías de movilización. No se ofrece información al público sobre el número de camiones ni el tipo de madera que se moviliza, pidieron que los requerimientos se hagan en Quito.
Al recorrer algunas áreas protegidas de la Amazonia y dialogar de forma reservada con los guardaparques, la respuesta es la misma: “no tenemos gasolina para mover los carros y las lanchas, nos falta personal y apoyo legal de las autoridades”. Ningún guardaparque quiso ser fotografiado y solo hablaron pero a condición de mantener en reserva sus nombres y el de las áreas protegidas en las cuales trabajan.
El otro tema que confirmaron es que se produce un tráfico ilegal de madera. Talan especies protegidas como el cedro (Cedrela odorata) y chuncho y las transportan junto con otras especies. No todos los guardaparques en los puestos de control fijos y móviles del MAATE tienen la capacidad de reconocer las diferentes maderas y pasan con guías de movilización -que es el documento que emiten el MAATE y MAG para autorizar la movilización de la madera en todo el Ecuador- aparentemente legales, pero que sirven para “lavar” la tala ilegal.
Otro de los problemas detectados fue que es posible comprar guías de movilización. Se documentó un caso en la provincia de Pastaza en la cual, en la investigación por el hurto de madera, se determinó que la guía utilizada para transportar la madera correspondía a una comunidad indígena. El proceso para esclarecer ese delito partió con una imagen del camión que extrajo la madera de la vía de acceso a una finca. Lo que el ladrón no supo es que el propietario había instalado una cámara de vigilancia entre los árboles.
Con la foto del camión pudieron obtener detalles de cómo se cometió el delito, el aserradero de Quito dónde se vendió la madera robada y el origen de la guía de movilización. Los detalles de las fechas y lugares se omiten por seguridad de los afectados, pero los recalcamos en este reportaje porque la venta de guías es una práctica común en la Amazonia del Ecuador.
Sobre este punto, Walter Palacios, ingeniero forestal, denunció en el congreso de Manejo Forestal Sustentable, organizado por la FAO y el MAATE en marzo pasado, que aún se venden guías de movilización en el mercado negro.
El valor ecológico del chuncho
Julio de la Torre, ingeniero agrónomo con 25 años de experiencia en proyectos de desarrollo en la Amazonia, recalca que uno de los pedidos más frecuentes de los finquemos con quienes ha trabajado ha sido implementar plantaciones de chuncho o utilizarlos para sistemas agroforestales, en los cuales se combinan los árboles de chuncho con otros cultivos como el café.
“Esta asociación entre el chuncho y otros cultivos es especialmente beneficiosa. Además de brindar sombra, brinda nutrientes al suelo que son aprovechados por otras plantas. El chuncho es una fabacea, es decir, pariente del fréjol y gracias a sus raíces fija nitrógeno en el suelo del bosque o los sembríos”, recalca Julio de la Torre.
Es una alternativa valiosa para combinar con otros cultivos como cacao o café, por ejemplo. Esa práctica se conoce como sistemas agroforestales, a los chunchos se los puede asociar a cultivos de árboles frutales para que les proporcionen sombra y aprovechen el nitrógeno que fija en el suelo.
Esta función ecológica del chuncho sumado a sus propiedades físicas (la madera tiene vetas que le hacen atractiva a la madera) y mecánicas (su resistencia), su rápido crecimiento y el alto valor comercial son las razones para la demanda de esta especie forestal y que sea considerada un cultivo con alto valor ecológico y comercial.
Por esta función, la presencia de chucho silvestre es vital para mantener el equilibrio en los suelos del bosque húmedo tropical. Sin embargo, no hay estudios específicos sobre el chuncho y su aporte a los ecosistemas. Es una madera fina más, que se utiliza hasta que su presencia ya es escasa.
Detalle de la madera producida en las plantaciones forestales del Ecuador dedicadas al Seike (Cedrelinga catenaeformis) según los datos del Ministerio de Agricultura del Ecuador (MAG).
A pesar de esto, el Seike continúa siendo una madera escasa en los boques, pero es una de las más ofertadas en carpinterías y talleres de ebanistería fina en el Ecuador. Por ejemplo, un juego de comedor de seike se oferta por USD 1.200 por una mesa y seis sillas con una garantía de 20 años de duración. En otro lugar se ofertan puertas macizas de chuncho (traído directamente de la Amazonia, según sus propietarios) a 300 dólares cada una.
La tala del seike en números
La extracción “legal” del seike o chuncho empieza con la identificación de los árboles, ya sea en los bosques húmedos tropicales de la Amazonia o en las fincas de los agricultores.
Una vez que el dueño del terreno ubica los árboles que se caracterizan por troncos gruesos de color blanquecino y hojas grandes (de lejos son similares al cedro, pero las hojas de este son pequeñas) se contactan con un ingeniero forestal.
El ingeniero forestal acude a los bosques, para medir los árboles y marcar los árboles, tabula la información. Determina qué individuos son aptos para talar y elabora un Plan de Aprovechamiento Forestal si se trata de una gran extensión o un Plan de Corta si es una finca pequeña.
Con la documentación de los propietarios de los bosques prepara una carpeta y la presentan para su autorización en el MAATE para que se emitan los permisos de corta.
Se paga al estado USD 3,0 por metro cúbico, por 200 m3 se paga 600 dólares, cada regente cobra tres dólares por metro cúbico de los árboles en pie. Ya aserrados, de esos 200 m3 quedan solo 100m3 por el desperdicio que implica cada corte.
En este punto ingresan los madereros o ejecutores con las motosierras y la maquinaria para arrastrar la madera en el caso de planes grandes. Sin son pequeños, se utilizan mulas para transportar la madera hasta los caminos.
Otra forma de negociar es vender los árboles en pie. Los finqueros venden a los madereros cada árbol de chuncho por un valor fijo, entre 30 y 50 dólares cada uno. Pero el riesgo corre a cuenta del maderero. ¿Cuál es el riesgo? Que los árboles sean huecos por dentro y no tengan madera, sean solo un largo tubo de madera, sin valor comercial.
Para los finqueros, la mejor forma de aprovechar el bosque es talar con sus manos o contratando personal sus propios árboles una vez que se han hecho los estudios y trámites. Así la madera y la vende por tablón a los intermediarios.
Esta es la forma más común de talar los chunchos en la provincia de Sucumbíos y Orellana. Cada tablón se vende en USD 8,00 en promedio y se necesitan 33 tablones para hacer un metro cúbico con las medidas 2,40 por 0,25 metros de ancho y 0,05m de espesor.
La madera se tala y aserra (se hacen tablas y tablones) en el bosque y luego se acarrean hasta los caminos para transportarla a los centros de acopio. Foto: Franklin Vega
Las cifras oficiales del seike dejan dudas
¿La madera de seike que se comercializa en el Ecuador es legal? La respuesta implica conocer las cifras oficiales y afirmar que lo legal es lo que se vende con permisos; sin embargo, al analizar las cifras de esta madera preciosa surgen algunas dudas. La principal: ¿lo que se reporta en las cifras es toda la madera de seike que se extrae?
En el Ministerio de Agricultura (MAG) están registradas 218,04 hectáreas con plantaciones forestales de seike, que agrupa a 27 productores forestales, que son los propietarios de las plantaciones. En el 2022 (último dato disponible) se aprobaron 2.254,41metros cúbicos de seike y se movilizaron 1.170,16 m3.
Pero al revisar las cifras se encuentra una inconsistencia en el volumen. En promedio una hectárea plantada con seike produce en promedio entre 150 a 200 m3, dependiendo de la edad de la plantación. Al hacer los cálculos de las cifras presentadas por el MAG con un ingeniero forestal, es evidente que no están consideradas todas las plantaciones pues hay algunas anteriores al 2013 que aún están en producción. Esta inquietud se presentó al MAG pero aún no tenemos respuesta y en la reportería efectuada, se pudo constatar que hay plantaciones de más de 20 años que no están registradas en el MAG.
El profesional que colaboró en el análisis de las cifras, indica que lo más probable es que solo se presentaron los datos de las plantaciones forestales que están bajo la figura de incentivos forestales. Es decir, el Estado Ecuatoriano invirtió dinero para plantar esta y otras 12 especies forestales. “No presentaron la información de la superficie de la cual se está realizando el aprovechamiento de chuncho ”, indica.
De forma extraoficial sabemos que en el 2022 solo se aprobó la corta de seike de 26,12 hectáreas de plantaciones forestales. De esta forma, los datos sobre el volumen de madera aprovechada y movilizada coinciden.
Una medida insuficiente para controlar la tala legal e ilegal
Camión con trozas de seike en la carretera Tena-Puyo, en la Amazonia central del Ecuador. Foto: Franklin Vega
Según el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) el Proyecto Sistema Nacional de Control Forestal y Vida Silvestre realiza las actividades de control forestal a través de su personal técnico en 13 puestos fijos de control y con 13 unidades móviles, verificando el producto forestal movilizado que debe contar con la autorización administrativa vigente, y que conste físicamente lo declarado en el documento.
Ante la falta de chuncho que se evidencia en los bosques húmedos tropicales de la Amazonia del Ecuador, el MAATE, determinó, en el 2015, que la del chucho (Cedrelinga catenaeformis) sea tratada como una especie de aprovechamiento condicionado; así consta en las Normas para el manejo forestal sostenible de los bosques húmedos. Esta normativa se la conoce como Acuerdo 125, ya que se promulgó en el Acuerdo Ministerial 125 del Ministerio del Ambiente.
El acuerdo no especifica qué implica el manejo forestal condicionado, pero sí incluye a 17 especies forestales más como la caoba o el guayacán. Un ingeniero forestal indica que el manejo condicionado implica que “si hay 2 chunchos en una determinada área solo se permite el aprovechamiento (tala) de uno”.
¿Por qué los ingenieros forestales no quieren aparecer en ninguna nota periodística? La respuesta radica en todos los trámites represados que tiene el Ministerio del Ambiente del Ecuador que, según Marcelo Mata, ex ministro del Ambiente, suman más de 6.000 procesos en todos los ámbitos: productivos, de conservación.
“Ahora solo podemos elaborar planes de corta, los planes de aprovechamiento están detenidos. Si hacemos alguna crítica al Ministerio, lo más probable es que no aprueben nuestros trámites y nosotros vivimos de nuestro trabajo”, explica un regente forestal.
Hasta el 19 de mayo el MAATE, a través de la Dirección de Bosques, recolectó los comentarios y aportes para la actualización de la normativa secundaria sobre la gestión de los bosques naturales del Ecuador. Con este instrumento legal se norma “la elaboración del Plan de Manejo Integral para la gestión forestal en el marco del Código Orgánico del Ambiente y su reglamento vigente”. Es decir, es la norma que permite el aprovechamiento de los bosques nativos y no solo los planes de corta de las comunidades como ocurre en la actualidad.
El objetivo de la reforma es, según el Ministerio del Ambiente, es que “los Planes de Manejo Integrales, sean elaborados considerando aspectos de conservación y la restauración dentro de los bosques naturales y no solo bajo un enfoque de aprovechamiento forestal lo cual según el MAATE: “ha impedido realizar una adecuada Gestión Forestal Sostenible”. Dicho en otras palabras, reconocen que no existe un manejo forestal sostenible.
Con esta apreciación coincide Walter Palacios, un reconocido ingeniero forestal del Ecuador, “Los planes de manejo forestal son solo en el papel, hay bosques con tanta madera que deberían ser de dos y tres pisos”, sentenció ante las autoridades nacionales, sin obtener respuesta.
Captura de pantalla del Sistema de Administración Forestal (SAF) del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador (MAATE). La información forestal es confidencial y para acceder se requiere una solicitud y firmar un acuerdo de confidencialidad con repercusiones legales si se difunden los datos obtenidos.
Las cifras del seike que sale de la Amazonia
Si se miran las estadísticas del Ministerio del Ambiente del Ecuador, el aprovechamiento del seike o chuncho que sale de los bosques, principalmente de la Amazonia del Ecuador es marginal. Representa menos del uno por ciento de las otras maderas.
En la tabla siguiente se observa que su tala tiene ciclos con incrementos y decrementos por años. Además, desde la aplicación de la restricción en el 2015, el porcentaje de Seike o chuncho que sale de los bosques se ha mantenido entre 0,48% y 0,51% del total de la madera que sale de los bosques del Ecuador. En este artículo anterior: Requiem por el seike se analiza parte de la cadena de valor de esta especie forestal.
Este es un valor que no necesariamente refleja la realidad ni se sustenta en datos anteriores. Por ejemplo, en el Estudio Aprovechamiento forestal y mercados de la madera en la Amazonia Ecuatoriana, editado por Elena Mejía y Pablo Pacheco y publicado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), el chuncho o seike (Cedrelinga catenaeformis), es una especie de alta demanda aprovechada en los bosques nativos y utilizada principalmente para la fabricación de puertas y marcos.
Este estudio es uno de los más citados sobre el mercado de la madera del Ecuador y dice: “Según el Sistema de Administración Forestal (SAF) en el 2011, representa el 4,5% del volumen total movilizado en la región de la Amazonía. Es necesario mencionar que se desconoce el tipo de presión que se ejerce sobre la especie como resultado de su extracción actual. Esta especie no tiene restricción en el CITES. Es especialmente comercializada para puertas y pisos, exportándose estos productos a mercados regionales como Venezuela”.
Al analizar las cifras se observa que hasta el 2011 la madera de seike representaba el 4,5% del total y para el 2013, alcanzaba el 1,54% y para el 2022 el 0,30%. Es decir, ya no hay seike en los bosques y la declaración como especie condicionada en el 2015 llegó cuando esta especie ya representaba menos del 1% de la madera comercializada.
El seike desaparece de los bosques a pesar de las insuficientes iniciativas gubernamentales para su protección. La voluntad de funcionarios del INIAP y de madereros mantienen una reserva genética de esta madera. Es como ver jaguares o tiburones reproduciéndose en cautiverio porque no quedan más opciones, pero se trata de árboles que son parte de un bosque, un ecosistema complejo que se mantiene a pesar de la presión humana.
El seike se salvará por una asociación de hecho entre los investigadores gubernamentales y los madereros.
Esta historia fue publicada con el apoyo de Earth Journalism Network, gracias.