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En bicicleta van los héroes y heroínas de Quito

Foto del escritor: Elena MejíaElena Mejía

No todo es alegría en la vida. Para mí la época más triste vino acompañada del desengaño con mi trabajo. Esta tristeza afloró con el temido bloqueo para escribir. Me había sucedido el “burnout” o estrés laboral. Fue implacable. Así que hice las maletas y volví a Quito. El Quito en el que nací, pero en el que no pasé la mayor parte de mi vida. Imposibilitada de trabajar y con una fuerte depresión, empecé a reconocer la ciudad.


En uno de estos viajes urbanos me encontré con el sistema de bicicleta municipal. Era el año 2015. Nunca había usado la bici en Quito y me daba miedo. Así que, por consejo de un funcionario de la bici pública, inicié por los básicos: el ciclo paseo dominical. Él me prometió que podría cruzar la ciudad de norte a sur de manera segura. Ese feliz momento marcó el inicio de la recuperación de mi vida.


Por eso quise entrevistar a alguien para quien la bicicleta significara tanto como para mí. Así que hablé con Diego Puente de Ciclopolis. Debo admitir que nunca me imaginé que existiera tanta historia detrás del uso de la bicicleta en Quito. Desde inicios tormentosos hasta encuentros mundiales. Hoy por hoy es toda una subcultura urbana que nació de un grupo de activistas por la movilidad sostenible. Aquí la historia que Diego me contó en una mañana de domingo mientras armaba el ciclopaseo de la González Suárez.


Diego Puente en el ciclopaseo de la González Suárez. Foto: @TeodoroVega


Era el año 1992 y en San Francisco, Estados Unidos la ciudad más empinada del mundo (si más que Quito) se produjo una acción conocida como Masa Crítica. Debo admitir que hasta el día de mi entrevista con Diego yo no sabía en qué consistía. De manera sencilla Diego me explicó que la masa crítica es reunirse con mucha gente y ciclear a través de la ciudad. Es una forma de reclamar el espacio público ante los autos que se apoderan de cada rincón. Con esa inspiración fundó junto a un grupo de entusiastas de las bicicletas: “Viernes de Pedales”. Luego Diego fue uno de los participantes de este movimiento en el país del norte. Y a su regreso en 1994 crea con amigos y amigas Bici Acción.

Como parte de Acción Ecológica habíamos realizado varias acciones por la contaminación en la Amazonía, pero de repente el tema ambiental también se comienza a notar en la ciudad. En ese territorio más inmediato. Los buses y autos contaminaban. Quito era una mancha de smog en donde la gasolina con plomo nos estaba matando. Diego Puente, Ciclópolis.

Pero como todo inicio es duro, Diego recuerda que la gente los veía pasar con cara de asombro. Desde las casas les decían “vagos vayan a trabajar”. Algunos choferes les gritaban “vagos vayan al parque”. La concepción del ciclista en la ciudad era negativa. Jóvenes e inexpertos en su cruzada por la movilidad solo se les ocurría confrontar estos comentarios respondiendo “no paseamos, nos movilizamos”. Ante esta respuesta, la gente se quedaba pasmada, sonríe Diego. "Pero no nos parábamos a explicarles". Así pasaron cientos de viernes y el grupo crecía. Las ideas emergían y también las divergencias entre sus miembros sobre el destino de esta acción colectiva.


Para el año 2001 la apuesta era clara: pasar del reclamo a la propuesta. Así durante el día del deporte barrial decidieron cerrar un par de calles para improvisar una ciclovía segura donde las personas pudieran participar. El alcalde de aquel entonces Paco Moncayo se enamoró de la idea. Le gustaba tener la posibilidad de ir en bicicleta y llegar a los barrios de la capital. La gente a su vez le gustó tener esa cercanía con el alcalde en sus calles. Poco a poco y con ayuda de la administración Moncayo se fue fraguando el ciclopaseo para Quito. Hasta que en el año 2003 se dio paso de manera oficial. Diego sonríe y me dice que después de casi veinte años recuerda la fecha exacta: domingo, 27 de abril.

Foto tomada de la cuenta de Twiter de Paco Moncayo


La antesala había estado marcada por el trazado de la ciclovía ¿Por dónde debía ir el recorrido? Sin un solo dólar para realizar un estudio formal utilizaron su experiencia y un mapa impreso de Quito. Con mapa en mano el equipo iba trazando las rutas menos empinadas y conflictivas. Luego pasaban estos mapas en AUTOCAD con ayuda del personal municipal. Aquí hago una pausa y como conocedora del ciclopaseo increpo a Diego con cara afligida ¿Por qué hay que ir por la gran cuesta que sube del Ejido a la Alameda y por la 5 de junio? A lo que él me responde con más risas, que las alternativas para la primera era la 10 de Agosto y para entrar al centro los túneles del Tejar o la Marín. Claro, frente a esas opciones, la ruta actual, aunque cueste subirla es la más segura.


Además de planear la ruta, existió una dura negociación paralela con la Policía Nacional, por el asunto de cerrar las vías. Recordemos que éramos un grupo de jóvenes vagos, dice Diego carcajeando las palabras. Al parecer los uniformados no entendían el concepto del ciclopaseo. A la final, los policías aceptaron cerrar las calles de la Amazonas por la Cruz del Papa en la Carolina seguido al centro hasta la Tribuna Sur. Diego es enfático cuando me dice que la intención no era cerrar la circulación vehicular en toda la ciclovía. La idea siempre fue evitar el conflicto con los autos y las personas para acceder a lugares públicos. Pero la policía quería cerrar todo el recorrido porque suponía menos trabajo para el personal policiaco.


¿Qué vendrá luego, caballo paseos? Cada que a alguien se le ocurra algo nuevo tendremos que cerrar las calles de Quito. Jefe de Policía de aquel entonces

A pesar de todas las dificultades el primer ciclopaseo se realizó. Se hizo, dice Diego con emoción. Después Paco Moncayo le asignó al colectivo un presupuesto de 1000 dólares. Hasta ese momento todo el trabajo realizado se hacía de manera voluntaria. Con estos recursos para el segundo ciclopaseo dominical se invitó a Antanas Mockus ex alcalde de Bogotá. Diego se queda callado, por un segundo mirando el horizonte. La pausa es para contarme que llegaron 5000 personas. Yo percibo tanta emoción en sus palabras que me conmuevo de forma genuina.


Diego continua con el relato. Él recuerda que era mayo y la noche anterior “pegó un aguacero”. Al día siguiente el temor del grupo organizador era que la ciudad estuviera inundada y la gente no saliera. Pero como Quito es Quito a las ocho de la mañana salió el sol. "Un solaso". Diego recuerda que el agua se evaporaba entre las primeras bicicletas que llegaron a ayudar con el cercado de la vía, levantar las carpas, etc. Eran casi 100 personas desplegadas a lo largo del ciclopaseo. La asistencia fue masiva.



A partir esa gran acogida, el ciclopaseo se institucionalizó a través de un convenio con la Municipalidad por cinco años. Y así el grupo fundador tuvo que transitar del activismo a tener responsabilidades. Teníamos un presupuesto que justificar y personas que ganaban un sueldo, dice Diego. Se contrataron a 70 estudiantes de universidad para dar asistencia al ciclopaseo. Este grupo estudiantil además de las tareas propias de la logística que estos eventos demandaban, también tenían a su cargo implementar una campaña de convivencia vial. Convivencia entre ciclistas, peatones y quienes conducían auto. "Circule por la derecha"


Más tarde en el 2005, otro hito importante para la bici quiteña fue la inauguración del trayecto el chaquiñán. Y en 2008 con el solsticio de verano, un 21 de junio, la primera ciclovía. Aunque con estos logros parecía que el ciclopaseo y el uso de la bicicleta se habían consolidado en la ciudad, en el 2009 una vez más la relación con la Policía Nacional se volvió tensa. La policía aprovechó el día de la madre para invitar a la televisión nacional a grabar la “poca asistencia” de personas al paseo dominical. La premisa era que los recursos de la policía estaban mal utilizados y se interrumpía la libre circulación vehicular. El Jefe de ese entonces pidió a la Comisión de Movilidad de la Municipalidad que se suspendiera el ciclopaseo.


Y en ese momento que el marcador se veía desfavorable para la bicicleta, Diego tuvo que volver a su época de activista y reclamar. Este reclamo, ahora más técnico, demostró con números que el uso del ciclopaseo era masivo. Además de que apoyaba a construir el tejido social de la ciudad al unir el norte, el centro y el sur. Muchos jóvenes del sur llegaban al norte de manera segura y viceversa y eso era invaluable para una ciudad larga donde muchas veces la gente no se conectaba. El ciclopaseo se mantuvo y la balanza se inclinó a favor de la bicicleta una vez más.


Para mí era invaluable conversar con jóvenes del sur que venían cicleando por primera vez a la Carolina. Y de igual manera jovenes del norte que llegaban en grupos a la tribuna sur y nos preguntaban que barrio era ese. Las personas no se conectan tanto en Quito. Diego Puente, Ciclópolis

A pesar de que el ciclopaseo ganó por varios años cientos de batallas… durante las dos últimas administraciones este espacio público se ha deteriorado. La Agencia Metropolitana de Transporte (AMT) se encarga de cerrar cada domingo las vías, pero eso es todo. Le cuento a Diego que mi experiencia con el actual ciclopaseo no es la mejor. Durante la pandemia una ciclista se desplomó delante de mí. A pesar de que había dos agentes de la AMT ahí presenciando todo, al ser increpados por los curiosos, dijeron textualmente que no era su trabajo. Otro domingo un perro se desvanecía sin poder caminar más porque sus dueños no consideraron el sol. Una vez mas acudí a los agentes de la AMT para que me respondieran: "Nosotros solo somos de tránsito".


En junio de 2020, durante la Pandemia, Diego Puente fue nombrado como Bicycle Mayor para Quito. En el marco de la Red Mundial de Alcaldes ciudadanos de la bicicleta. Esta iniciativa la lidera organización holandesa BYCS . Foto: @TeodoroVega


Por eso para Diego el tema de contar con personal idóneo para el ciclopaseo es vital, pero entiende que es necesario buscar una manera que sea autosostenible. La opción de implementar un mecanismo para generar alianzas publico privadas fue analizado por Ciclópolis en su momento y se valoró como una buena alternativa. Este espacio dominical y todo lo que significa para miles de familias quiteñas necesita sobrevivir en el tiempo. Necesita mejorar y no empeorar. Necesita normas de convivencia entre peatones, ciclistas y automóviles. Y sobre todo un protocolo de seguridad. Sin embargo, Diego es más optimista que yo. Y eso es bueno. No sabe cuanto esta ciudad necesita de ese verdadero positivismo. Ese positivimo real que solo lo tienen quienes verdaderamente aman a Quito.


Al final de nuestra conversación, le agradezco a Diego por salvarme la vida. A él en nombre de todas esas personas que hacen posible que la bicicleta sobreviva en esta ciudad sin rumbo. El sacude la cabeza sonriendo. Caminamos por la González Suárez hasta encontrar al equipo de Ciclópolis. Suenan las radios y deben marchar. Me despido y le reitero que para mi los verdaderos héroes y heroínas de Quito van en bici.


Yo sin la bicicleta y los domingos de ciclopaseo no hubiera salido de una de las épocas más difíciles de mi vida. Me imagino que muchas personas que pedalean por las calles de esta jungla urbana tienen historias similares a la mía. Me encantaría conocerlas.



Yo feliz, regresando del centro en el ciclopaseo. Algún momento del 2015.


PD1: Los otros héroes y heroínas que junto a Diego soñaron y ejecutaron el ciclopaseo son Alexandra Velasco, Christian Cerda, Ximena y Santiago Aguirre. Gracias por tanto.


PD2: Ya había escrito esta nota cuando el Ex-Alcalde Jorge Yunda en otro de sus malos chistes payaseó a la bicicleta del Quinde Carrión. Si lo ven a Don Jorge tal vez debería leer esto.

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