Ecuador, desde 2015, es el primer exportador mundial de balsa (Ochroma pyramidale). El 84% proviene de la tala de árboles silvestres; el resto, de plantaciones. A inicios de 2017 la industria ecuatoriana exportó por primera vez paneles flexibles de balsa para la construcción de aspas de las turbinas eólicas chinas. Desde 2018 ese país asiático compra el 95% de la balsa que se exporta de Ecuador. En 2020, la elevada demanda de China subió los precios de este producto en la pandemia de COVID para luego caer abruptamente. Hoy el mercado se restablece y China se consolida como el socio comercial más importante del Ecuador bajo un Tratado de Libre Comercio. Sus alcances en materia forestal aún son desconocidos.
Por: Franklin Vega, Alianza Código Vidrio – Vistazo con Bitácora Ambiental
Ecuador, una historia de balsa
“Estas motas que flotan cerca del camino (pequeñas madejas de una especie de lana blanquecina) son semillas de balsa (Ochroma pyramidale). Los frutos liberan sus semillas y el viento las dispersa. Cuando caen en un terreno descampado pueden germinar”, explicaba Jaime Jaramillo, uno de los botánicos más reconocidos del Ecuador, en las salidas de campo a sus estudiantes de la Universidad Católica. Luego el ‘Máster Jaramillo’, como le conocían sus estudiantes, proseguía: “la balsa es una especie pionera, crece donde el suelo se ha desnudado -necesita mucha luz- como los derrumbes o junto a los caminos o las chacras; sirve para recuperar terrenos degradados”.
La balsa tiene muchos usos, desde las canoas con las que los huancavilcas surcaban el Océano Pacífico y cuyos viajes fueron recreados por el navegante español Vital Alsar en la década del 1970. Alsar recorrió tres veces de Guayaquil hasta Australia en embarcaciones, hechas con troncos de balsa. Esa, tal vez, sea una de las pruebas irrefutables de la resistencia de la balsa, una madera tan ligera como fuerte.
Durante la segunda Guerra Mundial, desde Ecuador empezó la exportación de madera de balsa. En las fotos antiguas de Guayaquil es posible encontrar estibadores cargando dos y hasta tres troncos de balsa en el muelle. Ésa era una muestra de su bajo peso. En ese entonces la balsa se utilizó para hacer las estructuras de las alas y el fuselaje de los aviones de combate.
La fiebre de balsa, precios de locura, robos y mala calidad
En 2017, China dio marcha a un ambicioso programa de descarbonización de la energía, eléctrica cuyo enfoque principal es la construcción de parques eólicos. La carrera por descarbonizar vino acompañada de subsidios para las empresas chinas. Esto, en Ecuador, se tradujo en un enjambre de intermediarios comprando balsa en la Costa y Amazonía. Sin importar las restricciones por la pandemia del COVID 19, las exportaciones llegaron a un techo inesperado en 2020 de 65 mil toneladas, 40 mil toneladas de diferencia con respecto a 2019, cuando se exportaron apenas 23 mil toneladas.
Debido a la alta demanda, los precios por cada árbol crecieron exponencialmente. Lo mismo pasó con la madera de balsa tratada, que se exporta en forma de bloques. “El precio en 2018 y 2019 rondaba los 140 dólares por metro cúbico y se llegó a pagar hasta 500; más que otras maderas que son consideradas finas. Fue una locura que dañó el mercado”, explica Wilmer Peña, ingeniero forestal de Babahoyo.
Peña califica lo sucedido en el 2020 como una fiebre de la balsa. “La fiebre de la balsa no es un problema ambiental, es un problema social. La balsa ayuda a recuperar los terrenos deforestados, no se encuentra balsa en los bosques maduros, solo en los bordes de estos espacios. Pero las negociaciones desiguales en las comunidades trajeron muchos inconvenientes”, destaca.
Para plantar balsa hay que tener en cuenta muchos factores, uno es la cantidad de lluvias y que el suelo no se inunde frecuentemente, si está anegado demasiado tiempo, la balsa muere. “Por eso, según Peña, las plantaciones en la Amazonía requieren de un análisis previo y no es factible deforestar bosque para plantar balsa en cualquier lugar, eso lo conocen bien quienes están en el negocio”.
Robos sistemáticos
Otro problema que se generó fue el robo de balsa. Christian Riofrío, director ejecutivo de la Asociación Ecuatoriana de la Industria Forestal y de la Madera (AIMA), recuerda que se reportaron robos sistemáticos en las 16.000 hectáreas de balsa que están plantadas en el Ecuador. “En el 2020 se denunciaron robos hasta por el 5% de las plantaciones”, dice.
Listones de balsa que se prensan en Ecuador para elaborar los bloques que se exportan a China. Foto: AIMA
“La alta demanda hizo que se cometieran varios errores en la comercialización. Por ejemplo, se exportaron las trozas recién cortadas sin ningún tratamiento. Un sin sentido completo; ya que, si no se procesa en los 15 días luego de la corta, la balsa se pudre”, indica Riofrío.
Luego de varios meses, llegaron varios contenedores a China con la madera completamente dañada. “Eso afectó la reputación del país. Sin embargo, Ecuador tiene consolidados los mercados con balsa de calidad, por eso hemos recuperado las exportaciones”, reflexiona Riofrío.
Otro impacto del fenómeno generado por China fue la aparición de resinas sintéticas que se utilizan para reemplazar los tableros flexibles de balsa en las aspas de las turbinas. “Al subir el precio, la resina sintética se puso a un precio competitivo con los de balsa, a pesar de que las características físicas de la resina no son iguales a la madera, su precio ya no fue un impedimento para su utilización”, recalca Riofrío.
Con un precio que bordee los USD 500 por metro cúbico se logrará el punto de equilibrio y la industria podrá mantenerse saludable, indica el maderero.
Más balsa, por si acaso
La distorsión del mercado causada por los altos precios alentó a muchas personas a plantar balsa. “En mayo de 2022, me decidí a sembrar balsa. Ese año pagaban USD 30 por cada árbol en pie”, comenta Paulina Vivanco, agroexportadora de la parroquia La Unión, en Quinindé, Esmeraldas, mientras señala su plantación de balsa, que se divisa desde la casa de la finca.
La finca de Vivanco está ubicada a 200 kilómetros al noroccidente de Quito en la Costa. El clima tropical con abundantes lluvias y horas de sol, brindan las condiciones adecuadas para que la balsa crezca y alcance los 25 ó 30 metros de alto, en cinco o seis años.
Plantación de balsa en la parroquia La Unión, Quinindé Esmeraldas. Foto: Cortesía Felipe Campuzano Vivanco.
En la carretera se divisan varios rótulos con la leyenda “se compra balsa o se compra boya”, el nombre local de la balsa. Vivanco cree que su plantación estará lista para cosecharse en tres o cuatro años. “Los intermediarios suelen preguntar quién tiene balsa, buscan plantaciones y a veces hasta piden comprar los árboles que crecen en los caminos de acceso”.
En promedio, invertí mil dólares por hectárea la plantación de balsa sin contar con la tierra; es decir, solo las plántulas, los fertilizantes, el pago de los trabajadores, la herramienta y los insecticidas. Paulina Vivanco, agroexportadora de La Unión
En la actualidad, el mercado de la balsa se está “normalizando”. “En 2019 ofrecieron USD 6 por árbol, al año siguiente la me pagaron USD 16 y los vendí”, acota Vivanco, que no es ajena a las fluctuaciones del mercado y señala que “los precios actuales son competitivos y se mantendrán en los niveles de 2019, antes del boom, con eso tendré utilidad”.
¿Qué hacen con la balsa en China?
La balsa se utiliza básicamente en la construcción de las aspas de las turbinas eólicas (molinos de viento), como aislante térmico y acústico. China es el principal productor y constructor mundial de sistemas de energía eólica, según informes del Global Wind Energy Council (GWEC); y, abastece sus necesidades internas y de toda el Asia.
Para dimensionar el poder de China en energía generada con el viento, el World Energy Trade publicó, en diciembre de 2021, que China añadió 17 gigavatios (GW) de capacidad eólica marina, para un total de 26 GW, es decir, más de lo que el resto del mundo construyó en los últimos cinco años”.
La balsa se exporta de dos maneras: en bloques y en tableros flexibles. En 2022, el destino de las exportaciones fue en un 95% para China, en lo que se refiere a bloques y en 66% en lo referente a paneles flexibles. El segundo mercado es Estados Unidos, pero para los bloques es completamente marginal, solo el 4%, mientras que para los paneles flexibles que requieren mayor tecnología y valor agregado Estados Unidos y Europa representan el 34% en conjunto. Estos paneles flexibles se empezaron a exportar desde hace seis años, luego que dos empresas extranjeras incursionaron en el mercado ecuatoriano trayendo nueva tecnología.
Sin un monitoreo coordinado
Rastrear los robos de balsa mencionados previamente fue una tarea imposible. Al igual que el atún que se importa de alta mar, no existe un sistema de trazabilidad para la madera del Ecuador.
La madera de balsa que sale de las plantaciones requiere una autorización del Ministerio de Agricultura; mientras que la que se colecta o tala de forma silvestre requiere una autorización del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE).
Hasta el 20 de agosto de 2021, el MAATE emitió los “formularios de recolección de balsa” y luego de esa fecha se expidió la norma que regula el aprovechamiento de balsa a través de los Programas de Corta. Según el MAATE estos programas buscan “regular la gestión, aprovechamiento, movilización y establecer lineamientos técnicos de productos forestales de las especies de los géneros Heliocarpus y Ochroma (balsa)”.
Sin embargo, al analizar la información proporcionada, el registro de la balsa recolectada de forma silvestre es ínfimo para los años 2021 y 2022 (ver cuadro); a pesar de que las exportaciones se han mantenido a los niveles de 2019. Si se considera que la balsa procedente de las plantaciones es solo una fracción, surge la pregunta si se está registrando o no la corta de balsa en el MAATE. Pedimos que las autoridades del Ministerio del Ambiente esclarezcan esta duda, pero no respondieron.
Danza de intermediarios
En la práctica esta tramitología que representa obtener los papeles para movilizar madera, se traduce en una venta directa de los propietarios de los árboles, ya sean comunidades o de forma individual, a intermediarios. Son los comerciantes quienes pueden pagar los costos que implica “legalizar” la madera como son el pago a los profesionales que tienen que firmar los documentos.
Las comunidades no pueden cortar madera cumpliendo todos los requisitos legales porque implica un alto costo, por eso venden a intermediarios y estos venden a los grandes compradores o las empresas.
Dado que la balsa se corta y se transporta en trozas hasta los centros de procesamiento solo con la guía de movilización, es imposible saber de dónde proviene. Si es de plantación o si es recolectada de forma silvestre, pues es el mismo producto.
Lo que sí se conoce por información del MAATE es que la balsa talada o recolectada en el campo (la que no proviene de plantaciones) alcanzó los 4.000.000 de metros cúbicos entre 2017 y 2023. Este valor equivale aproximadamente a 610.000 toneladas.
Sin embargo, los datos del Ministerio de Agricultura indican que para el mismo período se han movilizado 604.537 metros cúbicos de madera de balsa; lo cual equivale a 92.192 toneladas. No se dispone el dato de la producción anual de balsa en las plantaciones.
Esto implica que la balsa que se movilizó y procesó en el Ecuador proviene en un 86 por ciento de la recolección que se realiza en los bordes de los bosques, los caminos y chacras de la Costa y la Amazonía y el restante de plantaciones.
LA FICHA. Ochroma pyramidale: balsa, madera de balsa, boya o guaguaripo. Son árboles que pueden alcanzar hasta 30 m de altura, siempre verdes, son de tronco liso de madera muy suave y resistente. Es una madera fácil de trabajar que no desgasta las herramientas por su baja densidad. Su aserrado es fácil. Su proceso de secado es lento y se requieren cámaras de secado para garantizar su calidad.Es una especie pionera, aparece en los bordes de los bosques y las áreas descubiertas de vegetación. Generalmente no se encuentra balsa al interior de los bosques primarios.
Un secreto: el Acuerdo de Libre Comercio con China
El 3 de enero de 2023 el Ministerio de Producción anunció que concluyó la negociación del El Tratado de Libre Comercio Ecuador-China. Sin embargo, no se conocen los detalles de este acuerdo y al preguntar a fuentes allegadas a la Cancillería la respuesta fue que este es aún es “reservado”.
El Ministerio de Producción anunció en un boletín que: “La firma del Tratado de Libre Comercio Ecuador-China se dará luego del cumplimiento de los respectivos procesos de formalización de las ofertas, la traducción y revisión jurídica, fecha que será anunciada por ambos gobiernos oportunamente”.
Mientras tanto, se desconocen las implicaciones para varios sectores como el forestal, sector en el cual la injerencia de China es cada vez mayor. “El Tratado de Libre Comercio Ecuador-China se negoció de forma eficiente a lo largo de 10 meses, siguiendo la hoja de ruta planteada por el presidente Guillermo Lasso en la visita oficial a Beijing en febrero 2022”, según la versión oficial.
Esta firma, a nivel técnico, se produjo después de cuatro rondas de negociación y decenas de reuniones técnicas, en las que los equipos de China y Ecuador cerraron el proceso de negociación. Con la vigencia del TLC con China, el 99% de los productos ecuatorianos tendrán un ingreso preferencial especialmente los productos agrícolas y agroindustriales como el camarón, banano, rosas y flores, cacao, café.
La participación de China en la economía mundial es visible y sus inversiones en el sur global para acaparar recursos también. En 2022, China se convirtió en el principal socio comercial no petrolero del Ecuador, con un comercio conjunto entre Ecuador y China que supera los USD 10.000 millones. ¿Qué significará esto para los recursos naturales? ¿Está el país en capacidad de controlar esa arrolladora y descomunal presión?
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