Biólogo marino y director en Ecuador de WildAid. En el recorrido realizado en las comunidades y asociaciones de cangrejeros, de usuarios del manglar, en el Golfo de Guayaquil, su nombre se repite con frecuencia. “Llegó el biólogo Manuel Bravo, nos ayudó a organizarnos para que nos entreguen el manglar”, presentamos su testimonio de cómo logró implementar los Acuerdos de Uso Sustentable y Custodia del Mangla a asociaciones y comunidades de la Costa. Foto: WildAid Ecuador
La mitad de los manglares del Ecuador se protegen por las comunidades gracias a los Acuerdos de Uso Sustentable y Custodia del Manglar creados en 1999; bajo esta figura están 75.529 hectáreas de manglares de las 157.801 Ha que aúnquedan en la Costa. Hay 61 asociaciones beneficiarias de esta herramienta de conservación. En este enlace: la historia de los Acuerdos para conservar el manglar.
Este es el testimonio de Manuel Bravo y cómo logró entregar manglar a las comunidades:
"En la década de 1990 recorrí los manglares desde Esmeraldas hasta Puerto Bolívar (todo el perfil costero). Trabajé mucho con las comunidades, haciendo estudios y analizando las organizaciones. Al ingresar a los manglares, los guardias de las camaroneras nos amenazaban, disparaban al aire e intentaban agredirnos.
Esa era una época de anarquía, se ocupaban ilegalmente grandes extensiones de manglar. Las estadísticas del CLIRSEN reporta pérdidas de manglar de 3.000 a 3.800 hectáreas por año. En ese contexto buscábamos la forma de que las comunidades puedan seguir utilizando los manglares que aún no se talaban por el auge camaronero.
Recuerdo bien, estábamos en Bunche, en Esmeraldas, con las concheras en el estero Barro, no pudimos ingresar al manglar, los guardias de seguridad hicieron disparos al aire, hubo una discusión y nos dijeron que esa zona estaba ya concesionada para camaroneras. Tuvimos que ir a buscar conchas más lejos.
Esa dinámica se repetía: llegábamos a áreas de concheo (recolección de conchas en los manglares), nos sacaban; íbamos más lejos y siempre nos expulsaban a pesar de que la Ley establecía que el manglar era de todos los ecuatorianos y que sobre el manglar no podía existir dominio. Esa era la realidad, algo que un estado de derecho no tiene precedente. Así empieza la idea, la llamábamos co-manejo o participación comunitaria.
Una de las concheras dijo: “mi Manuel; y, nosotros podríamos sacar ese papelito”. Ella se refería a obtener un documento que diga que también una parte de los manglares es de ellos (los concheros, concheras y cangrejeros) para poder trabajar sin problemas.
Un año después no se paraba la tala de manglar a aun cuando la Ley era clara en cuanto a su defensa. Entonces definimos que era necesario buscar otra forma, la leye que impiden la tala no estaban funcionando. Esto es posible demostrar, los años que más se taló manglar y sobre el mismo gráfico poner las fechas de los acuerdos que defendían el manglar; paradójicamente cuando más se pierde el manglar es cuando salen más leyes.
Como en ese antecedente, buscamos hacer algo diferente y es allí donde empieza la idea. En esa época hablábamos de co-manejo o participación comunitaria. Como la Ley no permitía la existencia de propiedad y los camaroneros pueden tener concesiones de manglares; por qué no las comunidades, las organizaciones legalmente establecidas pueden obtener una concesión, pero no para destruir sino para hacer uso sustentable.
Ese fue el inicio del proceso. Presentamos eso a varias autoridades hasta que en 1999, la autoridad ambiental acogió la idea y empezamos el proceso desde cero: creando los requisitos técnicos, los requisitos legales y ayudando a un grupo de organizaciones a obtener la vida jurídica y cumplir los otros requisitos diseñados.
Los Acuerdos de Uso Sustentable y Custodia del Manglar, salvó a los manglares del país. Ayudó un poco la mancha blanca (enfermedad de los camarones que causó grandes pérdidas a las camaroneras). Sin los Acuerdos no se hubiese parado la devastación de los manglares.
“Con toda seguridad, no es el sector camaronero el único que ha impactado en los manglares, pero sí el principal”.
Utilizo los datos del CLIRSEN porque como científico busco la información más confiable. Pero los estudios del CLIRSEN son con imágenes satelitales. La polémica radica en que el primer estudio multitemporal del CLIRSEN, para 1969 reporta un análisis histórico con 202.000 hectáreas con manglar. Esta información un poco se contrapone con una resolución del ex INEFAN en el cual mencionaba la existencia de 360.000 hectáreas de manglares del Ecuador. Desde ese punto de vista algunas personas difieren con la cifra y hacen la relación con los manglares existentes y dicen que se ha perdido el 90% de los manglares del Ecuador.
En los datos que utilizo, no encuentro eso. La resolución del ex INEFAN no tenía sustento de imágenes satelitales. Yo creo que el dato de 1969, cuando la actividad camaronera no se había desarrollado, quiere decir que ya habían talado 100.000 hectáreas taladas y no guarda ninguna lógica.
Las tres causas principales de la tala del manglar: la expansión de la industria camaronera, no toda, sino las que se hicieron sobre zonas de salitrales. Un porcentaje de las piscinas se hicieron sobre los manglares. La otra causa es el desarrollo urbano como en Guayaquil: La Trinitara, con los puertos; en El Oro, en Puerto Bolívar han existido expansiones de las ciudades sobre zonas de manglar. La tercera causa es la tala de pilotes, pero no es un problema de conversión de bosque, es tala selectiva de algunos árboles de manglar, el bosque cambia, pero no desaparece el manglar.
El Decreto Ejecutivo con la creación del Acuerdo de Uso Sustentable y Custodia del Manglar se firmó, por coincidencia, el día de mi cumpleaños: el 21 de julio. Ese fue el primer paso, fue la acogida de la idea, luego se le dio forma y se estableció quienes tienen derecho y bajo qué forma y esto se hace en el primer semestre del 2000.
Al inicio todos se oponían: la autoridad ambiental, la de pesca, algunas ONG ambientalistas. Decían que esto no podía ser, que sería la terminación del manglar porque las organizaciones que obtenían la concesión lo iban a tumbar (talar). Afirmaban que era el fin de los manglares.
Luego la Armada, con la Dirección de Playas y Bahías, indicaba que eran zonas de playas y bahías y esa era su competencia. Los pesqueros afirmaban que eran zonas de conchales y por lo tanto su competencia. Ambiente decía que manglar era competente. Entonces decían que los tres debían firmar.
Noté que se estaba dilatando y solo tenía un año para implementar el Decreto Ejecutivo de Acuerdos de Uso. Hablé con la entonces ministra Yolanda Kakabadse y el Subsecretario Marcel Feraud; aceptaron la idea y la incorporaron al Proyecto Manejo Comunitario del Bosque de Manglar del Ministerio del Ambiente.
Fue una época que logramos adelantar los trámites. Para el año 2000 nos acercamos a las comunidades para ofrecerles que participen. Allí los problemas eran la falta de organización y la voluntad para firmar los acuerdos. Recorrimos todos los pueblos para organizar a los cangrejeros y completar los requisitos: Plan de manejo del área, conseguir una organización que de el respaldo técnico.
Algunos requisitos les pusimos como negociación, como las instituciones que apoyen a las asociaciones firmen un convenio de asistencia técnica de dos años. Luego, la DIGMER pidió que se emita un certificado de no objeción a las concesiones.
De esta forma se construyeron los requisitos y organizamos las comunidades, todo esto durante el 2000.
Recibimos también varios apoyos como el del Fondo Ecuatoriano Populopum Progressio (FEPP) con Edgar Lemos, que se sumaron a la iniciativa e impulsaron los acuerdos en esa provincia. La mayor parte de los Acuerdos de Esmeraldas se lograron en el 2000. Así la comunidad tenía un documento para defender al manglar.
Esto en Manejo Integrado Costero le llamamos el primer ciclo de manejo; es decir, una idea en evolución que requiere mucho liderazgo entre las comunidades y las autoridades.
Cuando se reconoce que la herramienta ha servido y ha dado un aporte a la conservación, se desarrolla un nuevo ciclo, el de consolidación, que empezó desde el 2007, la mayoría de las concesiones se entregaron en ese período. Ahora estamos en el tercer ciclo de manejo en el cual buscamos mejorar la capacidad de gestión, de la política pública y buscar más fuentes de ingreso para las asociaciones.
A las diferentes autoridades les hemos mostrado los resultados. La protección de los manglares funciona por que brinda un beneficio tangible a miles de personas y el Estado les apoyó al inicio, pero desde el 2017 con el incremento de la inseguridad hemos perdido mucho.
A pesar de esto, hay lugares que los camaroneros apoyan a las asociaciones con lanchas, combustible y en algunos casos con seguridad. La última vez que ingresé a un estero en Balalo me pidieron la cédula, al inicio me molesté; pero luego me explicaron que eso es parte del acuerdo con la camaronera. Solo las personas que se registran pueden pasar; así reducen la posibilidad que ingresen personas ajenas o con otros intereses.
Las comunidades se la han jugado e incluso se han firmado acuerdos de mutua convivencia con los camaroneros. Han logrado relaciones de compañerismo, pero sienten que su principal socio, el Ministerio del Ambiente, no les responde.
Manuel Bravo en el manglar con la Asociación 6 de Julio. Foto WildAid
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