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Foto del escritorElena Mejía

Quito más allá del cemento y los rascacielos: ¿Cuál es la ciudad que la gente quiere?


Desde mi escritorio solo puedo ver por la ventana, el muro de concreto gris que rodea el Colegio Don Bosco de la Kennedy. Lo adornan cables anudados, cables caídos y más cables colgando de poste a poste. No dejo de pensar ¿A quién se le ocurrió que semejante muro estaría bien?


A pesar de que esas decisiones se tomaron en la generación de mi madre, hace medio siglo, estas siguen afectando a la comunidad el día de hoy. La inseguridad es la principal consecuencia. Me imagino que quien firmó esos permisos de construcción 50 años atrás no pensó en el componente social.


¿Alguien le preguntó a mi madre si esta era la ciudad que quería? La respuesta es simple: No. Pero mi mamá que vino del campo para ser sociologa plantó cucardas (Hibiscus), aguacates y otros árboles en el parterre frente al muro en un acto de rebeldía ciudadana. Hoy son las que salvan de un monocromático paisaje gris a nuestra cuadra. ¡Te amo mamá!



Hablo de este ejemplo personal, porque no encuentro una manera más vívida de explicar porque el planificar la ciudad con la gente se vuelve crucial. El concreto no es algo que pueda revertirse con facilidad. De hecho, urbanizar es uno de los cambios de suelo casi irreversibles. Una vez construido ¿Quién lo bota? A menos que venga un terremoto como el que sacudió el Ecuador en 2016.


El terremoto evidenció que no supimos planificar nuestras ciudades ni controlar la construcción. Sin embargo, gracias al terremoto la Asamblea Nacional no tuvo más opción que promulgar la Ley de Suelos que había sido aplazada por años. ¿A quién le interesaba que no existiera esta ley? Queda a la imaginación. Pero el pasaje desgarrador de Manabí dejó sin una posible excusa a un fuerte lobby capitalino que estaba en contra. Y se tuvo que aprobar.


Esta ley conocida como LOOTUGS abrió la posibilidad a planificar las ciudades bajo una norma nacional. Todas sin excepción. Por eso este año 2021 se entregarán por parte de las municipalidades los primeros planes de uso y gestión de suelos conocidos como PUGS. Este es un instrumento que regirá la planificación de las ciudades por los próximos 12 años es decir hasta el 2032. No es la panacea, porque no es parte de una política integral de ordenamiento territorial, pero es un inicio para muchos cantones.


En el caso de Quito este proceso inició hace tres años. El ente encargado es la Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda. Esta Secretaría está conformada por una mayoría tácita de arquitectos y arquitectas. La arquitectura es una disciplina hermosa y esencial en la planificación, pero no puede ser la única ¿De qué sirve una ciudad ordenada que no considere la función social y ambiental de sus suelos?


Y en aras de responder este último cuestionamiento, la sociedad civil se "asuntó" y se organizó para pedir la liberación de la información del PUGS. Luego de una titánica puja técnica y política estilo “guerra fría” la información cartográfica del plan de uso de suelo fue compartida y luego socializada. Lea los entretelones aquí.


Esta socialización masiva sucedió el 7, 8 y 9 de julio de 2021 de 9:30 a 12:30. La metodología escogida fueron presentaciones magistrales que demostraron un gran manejo del componente constructivo; pero que dejaron aún grandes desafíos con respecto a la naturaleza, la gente y sus medios de vida.


A pesar de las barreras para participar porque se requería una inscripción, luego una aprobación y el poder participar en un horario poco adecuado para la mayoría, la Secretaria informó que asistieron 500 personas. Debido al formato de la reunión virtual no era posible saber quién estaba ahí y si había una representación equitativa. Sin embargo, un grupo de profesionales fue invitado a participar de manera presencial, ellos y ellas tuvieron mejores oportunidades de preguntar, reflexionar y debatir.


Así, tres intervenciones llamaron mi atención porque alzaban la voz sobre aspectos fundamentales que desde mi visión no fueron considerados en el actual PUGS. Por eso les pedí me dieran una entrevista para profundizar mejor sus ideas sobre ¿Qué ciudad queremos?


Paco Salazar: El ingeniero que ve en Quito una ciudad inclusiva dentro y fuera de las centralidades


Hablar con Paco retrató la necesidad de encontrar en el PUGS la equidad y la justicia social


A través del análisis socioeconómico las perspectivas del derecho a la ciudad cobran otros tintes


La ciudad que queremos es también una ciudad que entiende los medios de vida de las personas




Esthela Salazar: La geógrafa que muestra un nuevo modelo metropolitano más allá de las centralidades del metro de Quito


La ciudad no es solo Quito son también sus dinámicas con Rumiñahui, Pedro Moncayo, Cayambe y Mejía.


Hablé con Esthela de su última publicación que trata sobre la expansión de Quito y las decisiones que debemos tomar sino queremos que esa urbanización avance sin control y de manera irreversible.





Miguel Vázquez: El biólogo que ve la planificación desde la naturaleza y no además de la naturaleza


Es difícil encajar el tema de la naturaleza dentro de la planificación de la ciudad, siempre se deja por fuera el derecho de las personas a tener proximidad a la naturaleza.


Miguel piensa que aún el PUGS puede hacer mucho más por acercar a la gente a los espacios verdes de la ciudad y eso no es solo los parques de bolsillo.




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