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Foto del escritorElena Mejía

Rasa Žalakevičiūtė: las personas somos filtros andantes en la ciudad, respiramos de todo

Elena Mejía de Bitácora Ambiental habló con Rasa Žalakevičiūtė, profesora e investigadora del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad de las Américas, sobre como es su trabajo investigando la contaminación del aire de Quito. Ella nos explica como pequeñas partículas suspendidas en el aire, producto de la contaminación diaria, podrían estar llegando no solo a nuestros pulmones sino hasta nuestro corazón. También comparte como las emisiones de los autos y el micro plástico se vuelven las causas más estudiadas de esta contaminación. Al final, nos brinda sugerencias para evitar que nuestros cuerpos se conviertan en grandes filtros andantes llenos de contaminación.


Como investigadora siempre que, entrevisto a una persona, me fijo en su rostro y su reacción a mi saludo. Este es un truco de la profesión que me permite hacer una evaluación rápida de la gente y trazar una estrategia. Y es que puede ser muy engorroso empatizar con otra persona de buenas a primera y más si les pido que compartan su conocimiento. Me siento aliviada cuando Rasa Žalakevičiūtė investigadora de la Universidad de las Américas me dice de lo más jovial: “hola” y acompaña su saludo con una mirada de genuino interés en mis palabras y una amplia sonrisa.


Le explico a Rasa que soy iletrada en los asuntos del aire; por lo que, le pido iniciar por lo básico. Entonces por las partículas, dice sin chistar, las que respiramos a diario. Estos pequeños y a veces muy pequeños materiales sólidos o líquidos se dividen en dos grupos. El primero compuesto por cosas naturales como el polen, la saliva, el polvo, la sal marina, etc. El segundo causadas por las actividades humanas como el humo de auto, productos de limpieza, aerosoles, microplásticos, etc. Los que más daño representan a la salud son los segundos y por esto los que más me interesa ahondar con Rasa.


“Las personas somos como filtros andantes” dice Rasa. Imaginemos cuando trabajamos en el jardín o pasamos por una polvareda, aunque no nos demos cuenta, respiramos tierra y polvo. Estas partículas se quedan en los vellos y mucosas nasales, cuando nos sonamos la nariz las vemos en el pañuelo porque son grandes. ¿Pero qué pasa cuando esas partículas son tan pequeñas que en vez de filtrarse en nuestra nariz avanzan por nuestro sistema respiratorio y se van quedando según su tamaño en otras partes del cuerpo? Comenzamos a toser y otras que no salen, se van quedando en los bronquios y causan las enfermedades respiratorias. Ahora, también la ciencia tiene más evidencia que las partículas muy pequeñas son la causa de enfermedades cardiovasculares. Las partículas llegan al torrente sanguíneo, por eso, dice Rasa es importante monitorearlas y estudiarlas.


Sin querer me doy cuenta de que estaba aguantando mi respiración y lanzo un suspiro inmenso. Logro decir medio ahogada ¡Qué! y reírme nerviosamente. A lo que Rasa replica, como algo de conocimiento público: Sí, sí, sí, las partículas que rebasan los filtros de nuestra nariz y pulmones pueden llegar hasta nuestra sangre. Sigo, con mi cara de asombro, en tanto Rasa señala con su mano el recorrido que estas partículas realizan primero por la nariz pasando por nuestra tráquea, llegando a nuestros pulmones, ahí se quedan algunas como las PM10 o PM2.5; en tanto que, otras llamadas PM1 al ser tan pequeñitas pasan a nuestra circulación y de ahí, señala con sus dedos, hasta el corazón o cerebro. De manera inmediata, pienso en la frase de una novela mexicana que veía (si, las investigadoras también vemos novelas), la Usurpadora, en donde la gemela buena le decía a la mala: “tienes el corazón tan sucio”. Solo que ahora sería algo literal que podríamos usar.



Fuente: Biosait Europe – Laboratorio de análisis Biosait Europe


Por ejemplo, hablando del coronavirus un problema actual, la saliva contiene esas partículas diminutas de transmisión (PM0,1 a PM0,2) que pueden concentrarse en el aire, como lo hace el humo cuando sale de un motor de escape, solo que al coronavirus no lo vemos. Estas PM sobrepasan nuestra nariz hacia dentro de nuestro organismo.

¿Pero dónde están estas malignas partículas?

Para saber dónde se esconden estas partículas, Rasa conduce una serie de observaciones a través de estaciones de medición de calidad de aire. Estas estaciones son públicas y privadas. De las primeras se obtienen la mayoría de los datos y son parte de la red de medición municipal de Quito que consiste en estaciones instaladas a lo largo de la ciudad; las cuales, permiten realizar un monitoreo diario. Las segundas son pocas y están en universidades. Con los datos se construyen tendencias; por ejemplo, durante la pandemia y el cierre de las actividades la calidad del aire mejoró notablemente. Aunque según los datos de la investigadora, la ciudad volvió a picos peligrosos en diciembre del 2020 por las festividades y el aumento del tráfico. No hay que ser persona de ciencia para notar esto, pero para Rasa es necesario documentar esta variación para corroborar que el aumento o disminución de las PM en el aire están relacionadas a los automóviles.


En el Ecuador, según el reporte que realiza el país ante la Comisión de Cambio Climático de las Naciones Unidas, el sector transporte se ubica en el primer lugar de las emisiones nacionales. Para Rasa Quito al estar entre montañas juega un papel negativo en la combustión. Hasta este momento en la entrevista me había sentido desvalida, pero cuando llegamos al tema de la química me siento confiada de entender todo. Veamos si es así. Como Rasa es docente, sus ejemplos son magníficos. Entonces me dice, igual que al prender una vela, los motores de los autos necesitan oxígeno. Pero mientras más alto estamos, hay menos oxígeno y por ende una combustión menos eficiente. Los autos más viejos contaminan más debido al desgaste de sus motores, la combustión se va haciendo más difícil y es ahí cuando vemos esas estelas de humo que producen buses y automotores particulares. Y yo añado, y si la gasolina y el diésel no son de buena calidad, como en el caso de Ecuador, peor.


El tema de los buses le comento a Rasa me preocupa muchísimo porque uso bicicleta. Me mira angustiada y prosigue, “yo también voy en bici” y me explica que el riesgo para quienes “ciclean” es alto. Primero por el esfuerzo de respiración que tienen que hacer y segundo porque, por ejemplo, si una persona en bicicleta va detrás o cerca de un bus que emite humo, el impacto es fuerte. “He visto a varios jóvenes detrás de los buses de la Ecovía, cuando suelta el humo respiran una carga muy fuerte para los pulmones”. También quienes corren alrededor de los parques, están absorbiendo todo el humo del tráfico. ¡Hay! pero si lo estamos haciendo todo mal, le digo a Rasa y suelta una carcajada. Falta más información, dice preocupada.


Uno de los campeones en contaminar. Los buses articulados del Corredor Central Norte además de lanzar humaredas como las de la foto, no cumplen los mínimos requisitos como tener placas, pasar la Revisión Técnica Vehicular o estar matriculados. Foto: @TeodoroVega


Además de los autos hay otras fuentes que preocupan a la investigadora, como el microplástico. Estas partículas de plástico son muy pequeñitas tal vez PM1 o menos y por ahora no las medimos en las estaciones de la ciudad. Necesitamos más recursos para estudiar el aire se lamenta, pero "ahí vamos". Existe fuerte evidencia alrededor del mundo señalando que el desgaste de los plásticos se queda en el aire o el agua. En ese sentido, Rasa brinda como ejemplo, una investigación en Inglaterra que encontró que las personas de una comunidad habían ingerido plástico equivalente al tamaño de una tarjeta de banco. Es preocupante, dice asintiendo. Eso le recuerda que en Ecuador existen muchos plásticos en la agricultura. La ropa de fibras como el poliéster que se desgastan en cada lavada y pasan a las aguas de alcantarillado. Las llantas de los vehículos que por fricción pasan al aire. En fin, el panorama no luce muy bien. Y si no fuera suficiente todo con lo que lidiamos a diario, le digo a Rasa, tenemos que comenzar a pensar en el desgaste de las cosas y como evitar respirar las PM que desprenden. Sí, me contesta, son tóxicas.

Rasa Žalakevičiūtė, profesora e investigadora del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad de las Américas con una estación de monitoreo de la calidad del aire. Foto: Archivo particular.


¿Nos vamos a extinguir?

Lo más importante de hablar con una investigadora como Rasa, es que tienen soluciones a los problemas. Por suerte no nos tenemos que extinguir. Por ejemplo, existen algunas reglas que nos pueden ayudar a convivir con el problema de la contaminación del aire y mejorar nuestra calidad de vida. Siempre recordemos “Somos filtros” y nuestro objetivo debe ser evitar que estas PM entren a nuestro sistema respiratorio y circulatorio. Dicho esto, vamos con las sugerencias:


  • Sobre la contaminación vehicular “cada metro cuenta” por esto más lejos mejor. Debemos tomar distancia de los buses en bici o a pie. Así también caminar o correr dentro de los parques no por la periferia cerca al tráfico. En otras palabras, corran por su vida, bien lejos del humo de autos y buses.

  • Los picos de contaminación del aire son muy temprano en la mañana. Comienza a mejorar a las 10:00 horas y a empeorar a las 15:00. Lo sé, un shock para quienes salen a hacer deporte en la madrugada, pues les tenemos noticias: no deberían. Además, si el día anterior tuvo una noche despejada o la mañana es húmeda existe más probabilidades que la contaminación esta alta. Eso de que la ciudad se lava con las lluvias, es un mito.

  • Debemos aprender a revisar la información a diario. La Secretaria de Ambiente ofrece un mapa de la contaminación de la ciudad que podemos acceder en la computadora y en el celular antes de salir. Entramos a la página del Índice de Calidad de Aire, esperamos que cargue el mapa (sí, esperamos con paciencia) y luego podemos revisar el aire en nuestro sector. De igual manera existe aplicaciones telefónicas que podemos bajar. Aquí lo importante es informarnos y evitar los sectores de mayor contaminación.

  • Es importante la ventilación de nuestros espacios, mejor al medio día y mejor aún el fin de semana. En este punto, Rasa enfatiza que es vital. La mejor hora para abrir ventanas, queda claro por lo anterior, no es la mañana sino al medio día. Sí el mediodía, el Sol juega un factor fundamental en diluir junto al viento las partículas que andan por ahí suspendidas. De forma más estricta, por ejemplo, la limpieza del hogar se debería realizar en un fin de semana que existe menos tráfico y al medio día con las ventanas bien abiertas y las puertas, no lo olvidemos, las puertas.

  • Sembremos árboles en la ciudad. Nuevamente los buenos amigos árboles son los héroes del aire limpio. Su función es crucial para tener una ciudad con una mejor calidad de aire. Obvio digo, pero luego me acuerdo del Ilaló y pienso no es tan obvio para algunas personas.


Al final de mi conversación con Rasa Žalakevičiūtė le pido un último mensaje general. Es hora de protegernos y proteger a nuestra familia de la contaminación. Debemos reflexionar de manera individual y en sociedad sobre los resultados de la investigación disponible, no podemos esperar otra pandemia y un cierre total para que la calidad del aire mejore. Debemos implementar acciones ahora cuando aún hay tiempo. En realidad coincido con Rasa ¿Cuántos minutos podemos dejar de respirar?

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